Tomatis se considera una artista multidisciplinaria, con una práctica centrada en discursos poscoloniales como el racismo, el clasismo, la desigualdad y la misoginia.
Pero lo que más hace es buscar contradicciones en la vida cotidiana, contradicciones aceptadas socioculturalmente a pesar de que no transmiten los valores bajo los cuales ellos proclaman vivir. Por ejemplo, cuando alguien declara no ser racista, pero viste a sus niñeras indígenas de blanco sin darse cuenta del efecto de la imagen que están presentando. A la artista le gusta usar la sátira y la ironía para retratar a sus modelos y usa la estética como arma para mostrar el anacronismo de tales ejemplos.
En los últimos dos años, el artista ha desarrollado una fascinación por los proyectos desarrollados con la comunidad, el arte en la mitad de la vida que afecta todos los aspectos de esta y no tanto para ser observado descansando sobre una pared. Además, en los últimos años ha comenzado una investigación de la cosmovisión andina para conocer sus rituales y tradiciones, que están mucho más en sintonía con la naturaleza y con el plural como un escape del capitalismo individualista neoliberal que gobierna todos los demás aspectos de nuestro vivir.