Obra en colaboración con la curadora Mariateresa Lattarulo y el Luthier Valerio Nalin.
MATERIALES: Mandíbula de burro, cuerdas de violín (¼) en acero, clavijas (1/8), puente, elemento de madera de arce balcánico, arco, palo.
DIMENSIONES: 45 x 25 x 22(h) cm.
ACTUACIÓN ACÚSTICA: La obra, sin interacción, no produce sonidos. Puede ser interpretado por el público a través de percusión, pizzicato o arco. Los posibles sonidos producidos no son muy fuertes.
MONTAJE: La obra se colocará en un pedestal no muy alto, para evitar el efecto de «escultura a no tocar» para el público que, por el contrario, será invitado a probar el instrumento.
SINOPSIS: Una mandíbula huesuda descansa junto a una varita y un arco, que representan una invitación al público por parte del artista. La invitación a interactuar con la obra.
La Quijada de Burro (mandíbula de burro) es un instrumento musical idiófono muy extendido en la música popular en América Latina y en particular en Perú, lugar de nacimiento del artista. Sin embargo, sus orígenes remiten a un pasado colonial, a través del cual el instrumento llegó desde tierras africanas. El artista, recreando un proceso de colonización típicamente occidental, interviene sobre el primitivo instrumento «contaminándolo» con partes del violín, instrumento clásico que es símbolo de la cultura musical europea. Al insertar nuevos elementos como cuerdas, puente y clavijas, el instrumento, ya dotado de una historia, una funcionalidad y un sonido propio específico, se ve obligado a adaptarse a los cánones clásicos y a limitar su resonancia natural. Al mismo tiempo, sin embargo, el artista abre una reflexión sobre cómo una operación de distorsión puede transformarse en un acto creativo, una posibilidad de encontrar nuevas formas de expresión, nuevos lenguajes. El instrumento acoge así la posibilidad de ser tocado no solo con baqueta y percusión, sino también con arco y pizzicato, devolviendo a la parte del violín sus características originales como instrumento lúdico popular. Con esta obra, Adriana Tomatis consigue no solo experimentar con nuevas posibilidades musicales, sino también reelaborar su propia experiencia de vida en un contexto ajeno, en el que, tras un momento inicial de «pérdida de la voz», ha conseguido transformar un límite en una nueva posibilidad de expresión. Una nueva voz.